Al hablar por primera vez con Igor acerca de la fotografía del cortometraje "Los barcos encallan" nació la idea de generar un clima de selva brasileña o misionera, abrazador, algo agobiante, para ello el Parque Pereyra Iraola servía muy bien de locación. 

Para reforzar la idea formamos una paleta de colores calidos y con verdes bien intensos. En los exteriores (que constituyen la mayor parte del corto) nos apoyamos en las horas de sol y rebotes; en los interiores con luces duras para marcar zonas lumínicas bien distinguidas del espacio.

La contracara del grueso del cortometraje se desarrolla en la presentación en donde la protagonista abandona la ciudad capital, dominada por tonalidades frías que se van encalideciendo en el trascurso del viaje que realiza hasta llegar a esa zona selvatica.

El corto se grabo con una SONY Z1 que nos posibilitó jugar con el shuter para secuencias de corridas.