El cortometraje ofreció la posibilidad de jugar con distintas texturas visuales  porque dentro de la estructura existían distintos "universos" a contar, pero que a la vez debían estar contenidos dentro del mismo lineamiento visual.

Así existió el mundo de los recuerdos que fueron rodados con una cámara AGAF100 de Panasonic con lente Voigtlander de apertura 0.95, para trabajar con poca luz y una profundidad de campo bastante corta.

El resto del cortometraje se grabó con una Canon 60D, dividiendosé esteticamente entre la casa del personaje principal donde los colores son desaturados y un color neutro, el sotano del fotografo en donde existe un contraste marcado y una saturación mayor, similar al tercer espacio (la calle del barrio)