La fotografía de Último acto recorré los distintos universos que cohabitan en un gran teatro al momento de llevar adelante una reposición de Hamlet.

Desde esa premisa la fotografía acompaña el relato intentando ser lo menos llamativa posible subiéndose a un escenario, ingresando a una cabina de técnicos, un camarin, un estacionamiento, etc.

Se trabajó en diferentes claves dependiendo el escenario en sí, por lo que el camerín se mantuvo en clave alta y con luz difusa para que los actores puediesen moverse con comodidad, como así también la cámara por ser este espacio el más dinámico; el escenario teatral respetaba la idea de la obra pero coexistiendo con el mundillo de las bambalinas que se presentó como una zona con luces y sombras.

Por otro lado se trabajó en clave baja la cabina de operarios, utilizando una iluminación más bien fría y sectorizada, como así también en el garage donde se desarrolla la escena de mayor tensión, con roces de genero policiaco, donde prevalecen los verdes y naranjas y las luces bajas.